Paolo Rovesti y la Fitocosmética.
El profesor Paolo Rovesti (1902-1983) nació el 14 de Octubre de 1902 en Abbietagrasso (Milán-Italia). Es conocido como el padre de los fitocosméticos, aunque sus investigaciones con aceites esenciales en el ámbito psiquiátrico obtuvieron resultados muy reveladores.
Asímismo, fue graduado en química y farmacia en la Universidad de Génova en 1925 y fundador del Instituto de Investigaciones de los Derivados de las plantas. También fue presidente de honor del Comité Internacional de la Estética y Cosmética de la Sociedad Italiana de Químicos Cosmetólogos (de la cual fue también fundador) y del Grupo Técnico de los farmacéuticos italianos.
Además, fue autor de más de 400 publicaciones sobre experimentación en fitocosmética, aceites esenciales, plantas medicinales y cosméticos funcionales. También perteneció como miembro de la Academia de Dermatología de París y otras numerosas asociaciones científicas, tanto italianas como extranjeras.
En este sentido, uno de sus libros más conocidos es «En busca de cosméticos perdidos» de 1975. Posteriormente publicó también «En busca de los perfumes perdidos» y «En busca de cosméticos primitivos».
De hecho, el profesor Rovesti está considerado uno de los grandes investigadores del pasado siglo sobre las propiedades medicinales y cosméticas de las plantas. Tenía una visión completamente holística de las plantas, abordando desde sus propiedades químicas hasta las espirituales y mitológicas.
En consecuencia, tenemos que poner en valor una de sus reflexiones: «No se puede juzgar a las plantas teniendo en cuenta únicamente los criterios químicos».
La familia Rovesti.
Sin embargo, no podemos abordar la figura del profesor Paolo Rovesti sin relacionarla con quien, muy probablemente, fue su gran maestro: su padre Guido Rovesti.
El profesor Guido Rovesti ( 1877-1946 ) era conocido en toda Europa por sus investigaciones y sus más de 500 publicaciones sobre los aceites esenciales y plantas medicinales.
También fue el impulsor de la Ley de Fitoterapia de 1931.
En la actualidad, el hijo del profesor Rovesti, también conocido como Guido Rovesti, además de la sobrina del profesor, Dra. Sonia Rovesti, continuan con las investigaciones en fitocosmética y fitoterapia.
La Psicoaromaterapia
En psicoaromaterapia, el Dr. Paolo Rovesti utilizó aceites esenciales con aromas cítricos como el limón, la bergamota, la naranja o la verbena para tratar estados de ansiedad e incluso de depresión grave. También utilizó satisfactoriamente jazmín, sándalo e ylang ylang para aliviar estados de depresión. Hacía oler a sus pacientes trocitos de algodón impregnados de aceite esencial, estimulando así su sistema límbico y liberando de esta manera situaciones traumáticas. El Dr. Rovesti describía los efectos de los aceites esenciales de la siguiente manera: «Los pacientes se sintieron como transportados por el perfume del aceite esencial hacia un mundo diferente, más agradable y aceptable, por lo que muchos de sus instintos reactivos se frenan y se vuelven gradualmente hacia la normalidad.»
Sobre los efectos de los aceites esenciales en la psique, Paolo Rovesti afirmaba lo siguiente: “Según los sociólogos y neurólogos, caracterizan más que nada a nuestra época la ansiedad y la depresión, y la prueba material de ello está en las cifras, cada vez más altas, del consumo de tranquilizantes y estimulantes. Es bien sabido que estos productos pueden causar perturbación y toxicosis si se toman con regularidad.
Ambas neurosis causan con frecuencia aversión a cualquier tipo de placer al producir una sensación de abatimiento que muchas personas no son capaces de superar.
La posibilidad de aplicar terapias nuevas a esas extendidas psico-neurosis es por lo mismo de una importancia considerable.
Por lo tanto y con ese objetivo, adquiere interés la utilización de los aceites esenciales como ayuda, o incluso como remedios únicos, en la psicoterapia.
Este tema tiene todavía mayor interés si se tiene en cuenta que los aceites esenciales que se utilizan en Aromaterapia, en dosis adecuadas, son inofensivos para el organismo y no causan problemas como los ocasionados por los psicofármacos comunes y corrientes. ”.
Con esto Paolo Rovesti no sugería la sustitución de técnicas de psicoterapia convencionales por la aromaterapia, pero sí que defendía su utilización como valiosos tratamientos complementarios. Realizando numerosos estudios y experimentos, comprobó que la vaporización de aceites esenciales ayudaba eficazmente en situaciones de tensión y ansiedad.
También comprobó que añadiendo aceites esenciales de patchuli o geranio a un terrón de azúcar y dejándolos disolver lentamente bajo la lengua, sin ingerirlo, se producía una inhalación respiratoria de los aromas que tenía como consecuencia una reducción del grado de ansiedad y de excitación nerviosa en los pacientes. También utilizó, de la misma manera, bergamota, alcanfor, ciprés, espliego, mejorana, azahar y rosa.
Según las investigaciones de Paolo Rovesti, la utilización de mezclas de aceites esenciales con propiedades parecidas, producían aromas más agradables para los pacientes que si se actuaba con un solo aceite esencial. De esta manera, se conseguía crear un aroma único y diferente, que generalmente era muy bien aceptado por el paciente, creando así una nueva afinidad olfativa.
Además, determinó que los aceites esenciales tienen una influencia directa sobre las emociones, nos llevan al pasado y nos hacen recordar experiencias ya olvidadas, puesto que interaccionan de forma directa sobre la zona de nuestro cerebro donde se almacenan los recuerdos.
También incidió Paolo Rovesti especialmente en el uso de la bergamota para pacientes en tratamiento psiquiátrico, en estados de ansiedad, tensión o depresión. Recomendaba la utilización de aceites de masaje, difusión atmosférica y baños, sólo con bergamota o mezclada con otros. Decía que la bergamota mezcla bien con casi cualquier flor.
El alambique de Taxila.
Dejando a un lado la psicoaromaterapia, no podemos dejar de mencionar aquí la extraordinaria aportación que Paolo Rovesti hizo a la historia de la Aromaterapia, gracias a un descubrimiento de especial relevancia. Se pensaba que el descubridor o inventor del alambique fue un gran médico árabe conocido como Ibn Sina o Avicena (980-1037). Pero en 1975, una expedición dirigida por Paolo Rovesti, que tenía como objetivo el estudio de una antigua civilización en el Valle del Indo (Pakistán), descubrió en el museo de Taxila, a pies del Himalaya, un alambique de terracota en perfectas condiciones. También encontraron en el museo vasos de perfume del mismo periodo (sobre el año 3000 a.C.), lo que confirmó la utilización del alambique para la extracción de aceites esenciales.
Posteriormente, en 1998, durante unas excavaciones de la Misión Arqueológica Italiana del CNR, se descubrió la fabrica de perfumes más antigua del Mediterráneo en Pyrgos (Chipre). La zona fue abandonada sobre el 1850 a. C. debido a un terremoto y un devastador incendio. El análisis de las vasijas encontradas determinó que en el momento del terremoto, se estaba trabajando con 14 especies distintas, entre ellas bergamota, cilantro, lavanda, laurel, mirto y romero.
Recientemente han salido a la luz alambiques datados en unos 6000 años de antigüedad, descubiertos en 1925 en Tepe Gwara (Mesopotamia-actual Irak).